miércoles, 30 de septiembre de 2009


El reconocido artista plástico expuso sus obras en el Museo Benito Quinquela Martín desde el 8 de agosto hasta el 6 de Septiembre

La Boca, según Aguirre
Por Victor Fernández
Curador del Museo Benito Quinquela Martín
Algunos especiales ámbitos parecieran haber sido inventados por sus artistas. Florencia lleva la indeleble marca del Renacimiento, y Roma la huella de su eternidad. La campiña inglesa se parece a Turner, la francesa a los impresionistas, Venecia está impregnada de Vivaldi, y Santiago del Estero de chacareras…
La historia y carga simbólica que ciertas comunidades han heredado, significan orgullo, identidad y pertenencia. Aquellas producciones liminares son objeto de culto, y tan profunda es su huella, que resulta muy difícil la aventura de seguir creando… ¿cómo decir algo allí donde parece haber estado todo dicho y desde siempre?
Así de grande es el desafío que deben afrontar los artistas que eligen crear en contextos cuya historia y tradiciones han alcanzado trascendencia y reconocimiento. Y ese es el desafío cotidiano de Daniel Aguirre; ni mas ni menos que pintar, hoy, en la Boca; porque al pensar en este barrio, no podemos hacerlo sino a partir de los artistas que allí dieron forma en la primera mitad del Siglo XX, a un muy particular ambiente cultural.
Consciente de nuestra rica tradición artística, Aguirre sabe que el arte y la vida no se detienen, y que por eso mismo, no sería aconsejable ceñirse y permanecer en las venerables formas del pasado. Pero Aguirre sabe también, que no existe posibilidad de innovación trascendente que desconozca sus raíces.
Y por ese delicado y difícil equilibrio transita su obra, donde con una sabia simplicidad, la mejor tradición del arte boquense encuentra renovadas formas.
El universo formal del barrio mostrado a través de sus íconos mas representativos, es el tema recurrente de nuestro artista: el viejo puente, la Calle Caminito, el Riachuelo y sus barcos, las típicas construcciones de chapa y madera, o el estadio de Boca Juniors, suelen ser los elementos donde variedad y síntesis confluyen en un lenguaje figurativo a la vez exuberante y austero.
En sus obras reconocemos La Boca no sólo por el asunto representado, sino en virtud de la técnica utilizada. A partir de la inclusión de materiales variados (cartones y papeles texturados, metales, clavos, maderas…), Aguirre eleva la textura al rango de elemento plástico no menos importante que la forma o el color.
Precisamente el juego de los elementos plásticos puros es lo que determina el carácter boquense de estas obras, donde los elementos texturales incluidos, trascienden lo representativo y se transfiguran evocando las superficies más típicas del barrio: el agua, la chapa, la herrumbre, la madera…
De algún modo, en medio de profundas (y no siempre alentadoras) transformaciones, el barrio de la Boca ha sabido conservar muchas de sus tradiciones. El culto a los Santos Patronos de los paesinos originarios de los primeros inmigrantes, hoy coexiste con la procesión a la Virgen de Caacupé; el Riachuelo que fuera emblema de progreso y luego cementerio de barcos, hoy aguarda su saneamiento y puesta en valor; está en pie el teatro Verdi, y también es orgullo boquense el Teatro Catalinas; está el Museo Quinquela, y desde hace algunos años, también tenemos Fundación Proa…
Celebro que en La Boca, también siga vivo el sueño de sus creadores.



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