viernes, 6 de mayo de 2011

Valentín. . . El boquense más querido

Foto: Periódico Conexión 2000 Arte y Cultura
Personajes de La Boca
EL BOQUENSE MÁS QUERIDO
Se llama Valentín,  y desde hace más de 4 décadas vive en las calles del barrio, siempre en las inmediaciones del Club Boca Juniors. Cosecha el cariño de la gente y puede decirse sin lugar a dudas que es uno de los personajes más queridos de La Boca.

Por Norma Rosa Torello y Martin E. Scotto
No es precisamente un intelectual ni un hombre de la cultura, de la religión, del deporte o la política. No ha pintado cuadros, compuesto tangos, escrito libros, aparecido en TV ni mucho menos metido goles. Nunca fue candidato a nada, sin embargo es más querido y respetado que cualquier otro de los vecinos contemporáneos de La Boca.

Nadie conoce a ciencia cierta su nombre, cuantos años tiene o donde ha nacido. Solo se sabe que se llama Valentín y hace más de 40 años que vive en La Boca de manera itinerante.

Su presencia se remonta a la década del ´70, cuando comenzó a recorrer el barrio con su carrito a cuestas. Todo lo que se sabe y comenta es producto del rumor, estando su vida misma envuelta en esa especie de realismo mágico digno de un personaje de las novelas de Gabriel García Márquez.

Juan Carlos Monzón, escribía en julio del año 2000 una suerte de homenaje a Valentín en la Revista La Boca en el Siglo XXI que dirigía la Sra. Martha Orengo: “Mucho nos costó saber algunas anécdotas sobre él. Algunas de las personas que más cerca lo trataron, dijeron que este hombre provenía de una familia de nivel económico acomodado de la Isla Maciel. El con su deficiencia mental a cuestas se fue de la casa infinidades de veces, su familia trató de que volviera con ellos al hogar que un día había abandonado. En muchas ocasiones lograron que lo hiciera, pero luego de estar una o dos semanas volvía al barrio de sus amores a caminar sus calles, dormir y comer donde podía”.

“Cuentan que allá por los años70, en la Calle Brandsen y las vías, frente al estadio había una casilla del guardabarreras que estaba clausurado y cerrado con candados, algunos vecinos que conocían a Valentín y que lo apreciaban por su simpatía y forma de ser , desbloquearon la entrada de la casilla para que el tuviera un lugar para vivir, en esa época le permitían que se bañara en las instalaciones del club le daban ropa limpia, saco, corbata y hasta lo llevaban a ver una película de su gusto al entonces Cine Olavarría donde por supuesto no le cobraban la entrada ...”

Valentín vivió así durante muchos años. Un poco de la caridad ajena y otro poco de los familiares que cada tanto lograban ubicarlo para llevárselo por unos días, y devolverlo renovado en su aspecto: bañado, afeitado y con la ropa limpia.

Fue durante los primeros meses del año 2000 que Valentín desapareció de las calles y una versión esparcida rápidamente daba cuentas que había fallecido. Algunos hablaban de un asesinato a manos de otro linyera. Se dijo que había agonizado en el Argerich por las heridas del golpe de una botella. Fue comentario en las mesas de los bares, en las tertulias de peluquería, en la puerta de las escuelas, y en las esquinas. Hay quienes dicen incluso que se hizo una misa en su nombre. Durante semanas y meses, todos lamentaron la partida del “amigo” al que solían ver deambulando con su carrito por las calles junto a una vieja muñeca y una radio portátil a todo volumen como sus únicas compañías.

La nota de Juan Carlos Monzón, motivada por la versión de la muerte de Valentín lo recordaba de esta forma: “Lo que si sabemos es que ya no lo veremos recorrer el barrio, vestido de camiseta de Boca, llevando una radio pegada a los oídos escuchando todos los partidos con una mano, y con la otra empujando un cochecito de bebe, con un muñeco en su interior también vestido con los colores preferidos el azul y oro, gritando los goles de Boca y cantando con su voz grave y a veces ronca... ¡TIN,TIN,TIN ....GOL DE VALENTIN !!!”.

Una noche hacia fines del 2000, y cuando todos lo creían muerto, los comensales del restaurante “El Argentino” ubicado en Brown y Villafañe no pudieron contener sus gritos cuando vieron pasar a Valentín a través de sus ventanas. Hubo aplausos, vítores y el ambiente se transformó repentinamente en una celebración colectiva. No era para menos. Había reaparecido Valentín y estaba parado exactamente en la esquina. Esa noche Valentín fue el invitado de Honor y hasta hubo brindis con sidra.

Desde el milagro de su reaparición, Valentín se ha transformado más que nunca en un personaje entrañable para los boquenses. Es una persona sana de espíritu que no conoce de vicios y jamás ha hecho mal a nadie. Ha elegido la calle como su hogar, pero no cualquiera, sino la del barrio del Club de sus amores. Y aunque en algunas breves épocas se haya hecho hincha de otros clubes por los magros resultados de Boca, eso engrandece su leyenda llena de anécdotas e historias.

Valentín ya debe andar por los 70 años y ha ido envejeciendo como todos, desde el momento de su aparición hace 4 décadas en La Boca. Lleva a cuestas algunos problemas de salud de la edad y desde hace un tiempo, se ha instalado en la esquina de Brandsen e Iberlucea al resguardó de las tribunas de la cancha. No hay un solo boquense de ley que no pueda contar una anécdota junto a él, y de ese cariño y afecto del barrio espera seguir viviendo, porque La Boca y Boca son sus pasiones y vida.


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