jueves, 13 de julio de 2017

INMIGRANTES EN LA BOCA
HIJOS DEL RIO
EL RIACHUELO ES A LA BOCA, COMO QUINQUELA  A SU PUERTO.

                                                                                        Por Norma Rosa Torello*

Manos que forjaron un barrio en derredor del río


Un lugar, La Boca, al sudeste de la ciudad de  Buenos Aires, donde el rio Matanza Riachuelo desemboca naturalmente sobre las costas del Río de la Plata.   Fue ahí  con los inmigrantes, donde se gestó  el escenario propicio para  un río que se hizo pueblo, porque a su vera estas manos deseosas de trabajo, sosiego e ilusiones de hacer la América, forjaron  una República.
El nombre de nuestro barrio, provino de las bocas del Riachuelo, que es considerado por muchos como el punto donde Pedro de Mendoza fundó la ciudad Santa María de los Buenos Aires en 1536, que durante años se mantuvo como el puerto principal hasta que tuvo que dejar su título al nuevo puerto ya que la poca profundidad de sus aguas no le permitieron seguir su destino anhelado.
El barrio de la boca se conforma por inmigrantes italianos y españoles y nativos de este territorio. Una inmigración ilustrada alterna con obreros y comerciantes. Todos ellos juntos,  en derredor de ese río.
Sería una falacia aislarlo de nuestra historia boquense, porque fue el mismo rio el que generó la atracción por similitud a las tierras que dejaban para afincarse en este sur ribereño.
Los viajeros se sentían imantados por el puerto. La Boca era  ese barrio marino, construido alrededor de un puerto gris. El camino de parajes recordados. La Afinidad y la empatía natural radicaron en la añoranza de aquello que se dejó atrás, otras riberas,  la familia, los olores, los sabores, las carencias, la tierra natal. . .
Podemos narrar también sobre la preponderancia de italianos en la zona ribereña y sobre esa vez que en 1882 intentaron constituir la República Independiente  de la Boca; a raíz de un conflicto gremial, idea desarticulada rápidamente por el General Roca. Sobre los inmigrantes españoles, griegos, franceses y alemanes, armenios, criollos y tantos otros  que colmaron de ropa limpia y gritos y risas sus conventillos de chapa; sobre sus clubes deportivos y sus movidas culturales que llenaron sus calles de música, poesía y arte plástico.
CUARTA INMIGRACIÓN EN LA BOCA DEL RIACHUELO

Dentro de los períodos de inmigraciones, es el cuarto, el que se considera como el de la inmigración de las masas. Desde 1870 se acrecienta la llegada de una verdadera muchedumbre humana dispuesta a trabajar en la América. Por tal motivo se la denominó como la inmigración de la mano de obra. El trabajador proletario o campesino que iba a proporcionar su fuerza muscular y física porque estos son los años donde se construyen las obras públicas de magnitud. Se agranda la red ferroviaria. Fue este el período de la inmigración ascendiente. En tanto que en Buenos Aires, la edificación se multiplicaba con la parcelación de los baldíos.

Según el censo municipal de 1887, por el puerto de Buenos Aires, descendieron de los barcos procedentes de Europa, en su mayor parte, y  principalmente en La Boca del Riachuelo, verdaderas caravanas humanas que desde 1854 a 1888 estas cifras se elevan de manera sorprendente. 1.003.592 los hijos de otras tierras que incorporan a la vida argentina.

La innegable hegemonía latina
Italianos, españoles, franceses, fue en ese orden la proporción de la inmigración que encontró en La Boca, su lugar en el mundo. Según el historiador Antonio J. Bucich, aparecieron también los dálmatas, vecinos del Adriático Itálico, quienes se ocuparon de las tareas de navegación. Quienes con su inteligencia y sapiencia aportaron mucho para la aparición de empresas navieras de gran importancia. Como las surgidas de los Lavarello y los Mihanovich.
Todo esto sucede ahí, en nuestro querido y denostado Riachuelo.
El Lígure dominó el ambiente y constituyó uno de los pilares fundacionales  de la comunidad boquense.

UN PUEBLO APARTE
La Boca se inserta en la gran urbe, sin embargo siempre fue como un pueblo aparte. El boquense creó un modo de ser y actuar autóctonos, mas sin dejar de lado el espíritu nacional.

PARLEMO IN CASTILLA”
La escuela pública hizo su trabajo lento pero provechozo. El léxico fue cambiando para enraizarse en el castellano, parlemo in castilla como decían los zeneizi, hechó raíces en tierras boquenses con gran auge en la década del centenario. En tanto que en los hogares el genovesismo aún era parte de la cotidianeidad íntima.

EL RIACHUELO, MÁS ALLÁ DE LA BOCA

Artífice y partícipe del crecimiento de la ciudad toda siendo el máximo exponente para el desenvolvimiento de la ciudad.  Eso también fue lo que generó el Riachuelo.
Aunque en muchos períodos se lo subestimara es notable, que fue el foco del tráfico portuario. Según los historiadores llegó a ser el camino fluvial más vital de esta ciudad. En sus márgenes la actividad económica y social se desarrollaba. A mediados del mil ochocientos ya era el depósito de ilusiones y esperanzas y viajeros ilustres tienen la curiosidad de descubrir la Boca del Riachuelo, como lo señala Antonio J. Bucich, el historiador de la Boca.

LAS GRANDES INUNDACIONES QUE LA BOCA HA SABIDO SOPORTAR.
Francisco Latzina, estudioso de la historia y la geografía argentina, checoslovaco de nacionalidad, que se radicó en el país, expresa en su “Geografía de la República Argentina” La Boca es el gran barrio marítimo de la ciudad, gran parte de sus casas de madera situadas en terreno anegadizo, se han edificado sobre postes de un metro y medio más de altura. La causa, las constantes inundaciones que el Riachuelo suelo producir cuando en duraderas lluvias de primavera o invierno, sale de su cauce. Agrega a estos párrafos como un profeta que vaticina el futuro “El día en que en estas aglomeraciones de casas de madera se produzca un incendio, en condiciones de rápida propagación, habrá que lamentar una catástrofe espantosa”. Cuenta la historia que frente a las inundaciones aún sabiendo los costos de salud que pagarían la gente de La Boca, resistía, no huía, se quedaba parada a enfrentar las aguas. A excepción de los más pudientes que cuando el agua subía, abandonaban el barrio, yendo hacia la zona de Quilmes o Bernal.
 Más tarde en el tiempo ocurriría un 15 de abril de 1940 una de las más grandes inundaciones  que hayan afectado al barrio. El escritor Roberto Arlt, cronista del Diario El Mundo manifestaba en su columna del 16 de abril de aquel año que “En Almirante Brown y Brasil subimos a una chata. Son las 5 de la tarde. La oscuridad rayada de agua lenta amenaza más aguaceros. Entre las tablas de la chata se aprieta una multitud oscura. Avanzamos lentamente. La Boca se ha transformado en una ciudad muerta y gris. Hileras de fachadas desiertas de gente, con ventanas inciertas, con balcones vacíos, con puertas de comercio en cuyos tableros el agua mansa ondula muescas aceitosas. (...) En las calles transversales a Almirante Brown, la superficie de agua llega hasta los apoya manos de las hileras de las ventanas. Ni una sola luz tras de los vidrios. Todas las puertas cerradas, como si la ciudad hubiera sido sorprendida por el terror. Hay callejones cavernosos, abismales, oscuramente nítidos sobre su inmóvil calzada de cristal. En algunos cruces de calle, bultos rectangulares de carruajes abandonados”.
Durante décadas, las inundaciones fueron parte de la realidad del barrio y dejaron profundas huellas no solo en las paredes, sino en su cultura. El mismo Quinquela Martín las tuvo como fuente de inspiración y hasta un reconocido grupo de Teatro barrial lleva el nombre de “3.80 y Crece” en homenaje a los improvisados vecinos boquenses que atentos a al semáforo de luces que media el nivel del río en la Isla Demarchi, hacían correr la voz de alerta frente a las inundaciones producto de la crecida del Riachuelo.

1884. NACEN LOS BOMBEROS VOLUNTARIOS DE LA BOCA
Según cuenta la página oficial de la Institución boquense. “La Constitución Nacional de 1853 garantizaba a los extranjeros el pleno ejercicio de todos los derechos civiles “a todos los hombres del mundo” que quisieran habitar nuestro país de entonces. Pero fue solo en  el año 1876 durante la Presidencia de Nicolás Avellaneda, y bajo la inspiración de este, que se sanciono la primera Ley a nivel Nacional de Inmigración y Colonización, cuyo objetivo era proteger y fomentar la  inmigración.
A partir de aquel momento la afluencia inmigratoria creció al ritmo de la economía, transformando la vida social de la Argentina. El Barrio de La Boca del Riachuelo, que por aquellos tiempos era un suburbio  comenzó a recibir el flujo de estos inmigrantes, sobre todo los de origen Italiano. Quienes en su mayoría eran personas de origen humilde, que buscaban progresar, en esta nueva patria”.

SURGEN LOS CONVENTILLOS
“Es en este momento que surgen los conventillos, viviendas construidas a partir de los rezagos de los astilleros de la zona, maderas, chapas, las cuales eran muy precarias y de fácil combustión. Además el Barrio de La Boca estaba muy distante del casco céntrico de la ciudad, que estaba comunicado por calles de tierra que se volvían intransitables con la lluvia lo que, impedía el llamado de socorro e ingreso del único cuerpo de bomberos que poseía la ciudad. Por lo que forjaron junto con el peligro latente de la sudestada la necesidad que el entonces suburbio cuente con su propio cuerpo de bomberos que pudiese socorrer con eficacia los llamados de auxilios de los vecinos.
Motivado por un incendio ocurrido a principios de 1884 es que Don Tomas Liberti conjuntamente con su hijo Oreste Liberti y un grupo de compatriotas – Lázaro Paglieti, Andrés Benvenutto, José Ragoza, Ángel Descalzo, Luis Paolinelli, Santiago Ferro, Romeo Scotti y Esteban Denegri- reunidos en la casa de esté decidieron organizarse, por lo que lanzaron el siguiente manifiesto (escrito en italiano).
“Ciudadanos”
Una chispa podría desarrollar un voraz incendio que reduciría a cenizas nuestras humildes viviendas de madera. Tenemos necesidad de una Sociedad de Bomberos, que en los momentos de peligro salven nuestros bienes y nuestras familias. Con tal motivo los invitamos a la reunión que tendrá lugar el Domingo a las 3 de la tarde en el Ateneo Iris.
Fue el domingo 2 de junio de 1884, el día en que  fue fundada la Sociedad Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca, primera entidad de su tipo en el país. El primer edificio que cumpliría las funciones de cuartel se ubicó en la calle Necochea, entre Lamadrid y la Avenida Pedro de Mendoza. En cuyo frente se colocó un cartel que decía: “ Volere e Potere ” que en Genovés significa “ Querer es Poder “ .

TODO COMENZÓ EN EL RIACHUELO
POR ESO LOS BOQUENSES, SOMOS HIJOS DEL RÍO, EN LA BOCA SE AFINCARON PERSONAS CON ESPÍRITU DE LUCHA, GARRA Y ESPERANZA DE HACER DE ESE LUGAR,  SU MUNDO. Ese mundo que soñaron cuando venían en los barcos de otras latitudes y bajaron a este suelo, PER FARE LA AMERICA con los bolsillos vacíos pero con el corazón esperanzado en ese nuevo mundo  y la entereza que requiere todo desarraigo, aunque sus tierras no les brindaran posibilidades ni oportunidades, dejaban familias, detrás, con el saber incierto si alguna vez las volverían a ver. El paisaje ribereño los acercaba a esos recuerdos. Habían soportado tanto, que se podría decir estaban inmunizados contra el miedo. Y pudieron más, aun viviendo hacinados en los clásicos conventillos boquenses, viviendo en condiciones precarias en este suburbio de la ciudad lejano del centro.  Fueron capaces de afrontar lo que estos parajes anegadizos, y los rigores propios de la naturaleza, también supieron darles. Sin embargo, también los sueños incumplidos en su lugar de origen podrían ser posibles en este continente.
Junto con los criollos, los mestizos, los miembros de los pueblos originarios, la gran cantidad de los inmigrantes trabajaron. Como dijera Quinquela Martín, haciendo un extracto de una de sus frases de vida,  para seguir trabajando más.

Todo aquello estaba allí, iba unido a mi vida, yo lo veía y lo vivía diariamente, lo llevaba dentro y fuera de mí. Lo único que me faltaba era expresarlo, copiarlo, interpretarlo y convertirlo en obra de arte. La vuelta de Rocha era ya por sí misma una obra de arte. Un cuadro natural y magnífico, siempre igual y siempre diferente. Allí estaban los trabajadores del mar, del río y del puerto con sus largos días de dura faena y sus breves horas de descanso y de fiesta.
Mi tema, mi especialidad es el puerto y el obrero, creo que es mi deber como argentino pintar lo nuestro, este puerto y sus hermosas gentes, señaló quien encarnó el espíritu boquense, registrando en sus pinturas, esa parte de historia del cual el maestro hizo arte y fue parte.
Directora Periódico Conexión 2000- Conductora. Radio Conexión en el aire. FM Flores 90.7





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