Durante
años, distintos historiadores, algunos de ellos Boquenses, han intentado
revelar si alguna vez La Boca, o al menos un grupo de sus habitantes intentó,
allá por el Siglo XIX, independizarse de la República Argentina.
Nadie de
los tantos que han investigado la “Republica Independiente de La Boca”
ha podido afirmar con certeza que ésta hubiera existido, pero sin faltar a la
verdad, algo debe haber ocurrido para que más de cien años después se sigua
hablando de ello.
La Boca del Riachuelo
Entre
1830 y 1850, se fueron asentando en La Boca las primeras familias genovesas.
Para aquel entonces, Genova había dejado de pertenecer al
Imperio Francés (1815) y transitaba por una inestabilidad política que la había
llevado a participar de varias guerras con el Imperio Austriaco. Recién en
1861, el rey Víctor
Manuel II había logrado unificar bajo su corona a gran parte del actual
territorio italiano, dividido hasta ese momento en varios estados soberanos.
Problemas económicos que afectaban al comercio, la industria y la producción
agrícola hicieron que
muchos de sus habitantes buscaran nuevas tierras, y llegaran hasta La Boca del Riachuelo.
Luego
de 1850, la inmigración italiana hacia la Argentina fue incrementándose
masivamente, y La Boca poblándose con ellos. El aumento de la actividad en el
puerto impulsó el crecimiento demográfico y económico del barrio, el que se fue
llenando de conventillos de chapa y madera. En 1870, La Boca se había
convertido en la zona portuaria de la Ciudad de Buenos Aires y ya para 1895 era la segunda sección de la Capital. Sobre una población de 38.000 habitantes, 17.000 eran argentinos,
14.000 italianos, 2.500 españoles y el resto de otras
colectividades.
La vida de aquellos inmigrantes, llegados “con una mano atrás y otra
adelante” no era para nada fácil. Muchos, vivían hacinados en
conventillos y ganaban apenas lo suficiente para sobrevivir. En estas condiciones, se desarrollaba la vida en La
Boca, un suburbio de la Ciudad, con pocas y dificultosas vías de integración
con el Centro, y cuyo aislamiento la transformó en un pueblo con personalidad y
características propias que la diferenciaban completamente de los demás
barrios. De esta realidad habría nacido la efímera Republica Independiente de La
Boca.
La Republica Independiente de La Boca
Según señala el historiador Boquense Antonio J.
Bucich en su libro “La Boca del Riachuelo en la Historia Argentina”, en
el año 1882, a raíz de un conflicto gremial
“Los huelguistas boquenses ... indignados se reúnen en la Sociedad
Italiana decidiendo “que el gobierno
argentino no puede mezclarse en asuntos de genoveses” e izan la bandera de
Génova y firman un acta por la que
informan al rey de Italia que acaban de
constituir la “Republica Independiente de La Boca” “Enterado de esta
segregación, el General Roca en persona se dirige al cuartel de los
revolucionarios, quita la bandera y los
increpa” Al día siguiente los genoveses disidentes bautizan con el nombre de Julio A. Roca una
calle de La Boca”.
Para
Rubén Granara Insua (Presidente de
la Fundación Museo Histórico de La Boca),
si bien no se ha constatado que efectivamente el movimiento independentista
hubiera existido como tal, algo debió haber ocurrido. En una de sus
publicaciones titulada “Opúsculo La
República de La Boca” cita un artículo del periodista Blas Vidal del
año 1904, quien relata que un grupo de vecinos constituyó un “Comité
de Defensa” para reclamar por la autonomía de La Boca en el año 1876.
Este movimiento intentó ser aprovechado por algunos inmigrantes italianos,
deseosos que La Boca fuera una especie de Republica integrante del Reino de
Italia.
En efecto, el periodista Blas Vidal escribió una nota para la
Revista “Caras y Caretas”, aparecida
el 9 de abril de 1904, señalando que un conjunto de vecinos encabezados por José Invierno, Rómulo Vernengo, Bartolo Cafferata y Carlos Blanco entre otros, constituyó un «Comité de Defensa» “para solicitar al gobierno central la
autonomía de la Boca, que dependía municipalmente del Concejo Deliberante, y
políticamente, para los efectos electorales, de la parroquia de San Telmo, que
es precisamente lo que en ningún caso admitían ellos; ni querían entenderse con
la municipalidad central, ni querían depositar sus votos en las urnas del atrio
de la calle Comercio”.
Vidal señala que el movimiento fracasó ya que “tras
largas discusiones y serios cabildeos, quedó la cosa en agua de borrajas, por
haberse inmiscuido en el asunto algunos vecinos italianos que hicieron serios
trabajos para encauzar en otro sentido aquel movimiento separatista, deseosos
de que la Boca fuera algo así como una sucursal de la bella Italia en pleno Río
de la Plata. Proyectaron éstos— porque proyectaban mucho— el envío de un
mensaje al rey de Italia, y un escudo y la banderita de la nueva república que
á no dudarlo rivalizaría con sus hermanas las de Mónaco, San Marino y Andorra.
Por aquello de la fratellanza, resolvióse que llevara dos franjas con los
colores argentinos y sobre ellas un escudo rojo con la cruz blanca de los
Savoia, con un gorro frigio encima de ella”.
Finalmente, Blas Vidal relata “Pero todas esas algaradas
insurrectas quedaron luego en lo que debían quedar: ni aquellos construyeron la
autonomía, ni lograron estos ver cumplida su intentona republicana. Quien debía
poner los puntos sobre las ies -que bien pudo ser Pepe Fernández - los puso al
fin, y de todo aquello solamente le quedó en ese rincón de Buenos Aires,
simpático por muchos conceptos, el bautismo republicano que le procuraron sus
improvisados padrinos”.
Otra versión de los hechos publicada en el libro "Gauchos, Gesuiti, Genovesi", del italiano Ignazzio Weiss, señala en el capítulo
titulado "La Repubblica della Bocca
e i primi genovesi" que en el año 1876, un grupo de inmigrantes
genoveses levantó la bandera de la autonomía Boquense con el objeto de
separarse de la circunscripción electoral de San Telmo de la que formaba parte
hasta aquel entonces. Agrega Weiss,
que a ese movimiento político se sumó otro grupo más radical que proponía
directamente que La Boca se transforme en una Republica Independiente.
Según este aporte, los independentistas desistieron de su accionar cuando el Presidente Roca llegó al barrio,
solucionó el conflicto y quitó la bandera genovesa que identificaba a los
rebeldes, los que días después, habrían bautizado con el nombre del primer
mandatario argentino una calle de la zona.
La versión de Blas Vidal como
la del italiano Ignazzio Weiss
incurren en algunos errores cronológicos, ya que por un lado La Boca y Barracas
fueron separadas de la jurisdicción de San Telmo el 30 de agosto de 1853 por la
Ley N° 591 de la Provincia de Buenos Aires, y a su vez La Boca obtuvo su
autonomía de Barracas el 23 de agosto de 1870, cuando el Senado de la Legislatura
Bonaerense sancionó la Ley N° 654 y días
después el Gobernador provincial Emilio
Castro designó al Dr. Sebastian
Casares como Primer Juez de Paz.
Por
otro lado, el General Julio Argentino
Roca recién fue Presidente de la Argentina entre 1880 y 1886, no obstante
lo cual ya para 1874 había alcanzado el rango de General del Ejercito y en 1877
el cargo de Ministro de Guerra.
Si
bien los errores de Vidal y Weiss son evidentes, no tienen el
mérito suficiente para desacreditar el resto de la historia. Roca contaba con una amplia
experiencia en conflictos armados como la Guerra
entre la Confederación Argentina y la Provincia de Buenos Aires
(1858-1861), la Guerra con el Paraguay
(1865-1970) y las Campañas de Conquista
del Desierto (1870 en adelante). Esta fama de Roca, ganada por su
participación en conflictos político-militares, hace verosímil que hubiera
intervenido para hacer desistir a los independentistas Boquenses, aunque no
fuera Presidente de la Argentina para 1876 como lo indica Weiss y Vidal.
Asimismo
los conflictos gremiales y huelgas eran hechos comunes en La Boca frente a las
duras las condiciones de trabajo imperantes de la época.
Transcurrido
más de un siglo, resulta dificultosa para no decir imposible, la tarea de
reconstruir esos épicos sucesos, de los cuales no hay registro en diarios ni
documentos oficiales. Se trata de un hecho transmitido de generación en
generación, con la suficiente fuerza y grandeza para seguir perdurando. Es que
ciertamente, La Boca ha sido el único intento de República surgida de un
movimiento político, en contraposición a las llamadas “Repúblicas comerciales” con las que se suelen denominar otros
barrios porteños, pero que carecen de
una historia como esta.
Independientemente del rigorismo histórico que
impide darla como cierta, ello importa poco para los boquenses herederos de la
tradición italiana. La Republica Independiente de La Boca es uno de los tantos
eventos que dan cuenta del esplendor cultural de un barrio, que se mantiene viva convertida en leyenda
como resistencia y salvaguarda de sus mejores épocas.