DISTRITO DE LAS ARTES
PRECURSORES EN EL ARTE BOQUENSE
AMÉRICO
BONETTI FRANCISCO CAFFERATA
HIJOS
DEL TORMENTO
Por Norma Rosa Torello*
El arte boquense florece de la mano del río y su puerto.
Esta conjunción fue construyendo una identidad cultural inseparable en la pequeña
aldea portuaria, alejada de la gran ciudad, como lo fue en sus inicios “La Boca
del Riachuelo”. Américo Bonetti y Francisco Cafferata, dejaron un legado
artístico notable. Ambos tuvieron una
corta vida, inacabada por decisión propia.
AMÉRICO BONETTI. Ángel, madera policromada, 116 x 52 x 30 cm,
1889.
Para algunos el proceso creativo transforma la esencia del ser en sinónimo de bienaventuranza y gloria, dando más vida a la propia vida. Para estas almas el arte se hermana con la belleza, cualidad que se trasunta en su alma.
Considero oportuno
aclarar al lector, la necesidad de diferenciar
en este artículo que para algunos el
hecho artístico es un camino componedor, hito de construcciones escalonadas,
más allá de lo sinuoso y desafiante que pueda ser este sendero, tal el caso del
maestro Benito Quinquela Martín, un hombre con una capacidad de resiliencia
inagotable ante el infortunio e imponderables que presenta el destino. En tanto que para otros seres, artistas
significativos, afamados, conocidos y reconocidos, el arte es sinónimo de
agobio, calvario, casi un suplicio o una condena, como ejemplo en el campo de
las letras, Artaud, o el gran filósofo Friedrich
Nietzsche con su “Dios ha muerto”.
Tanto en las
artes plásticas como en la literatura, esta dualidad se hace presente, como el
día y la noche, el sol y la luna. Me pregunto: ¿Cuál es su causa raíz? Un verdadero dilema en sí
mismo.¿ El punto focal lo encontraremos ahondando en las profundidades de la
psique humana?. Una serie de factores
que confluyen en el seno del alma, sumado a como cada ser reacciona frente al
estímulo que le provoque su gravitación ambiental podría ser para mí una
respuesta posible.
Hay componentes
determinados en una persona donde de una misma situación, evento, problema o
circunstancia pueda verse una luz que alumbre la adversidad y así salir
victorioso de ella, o quedarse en el lado sombrío, el conocido, simbolizado por
el mito de la caverna de Platón, donde todos viven en la obscuridad, hasta que
alguien ve la luz, encuentra el camino pero
el miedo no los deja acercarse a ella.
Hoy los
barrios de La Boca, Barracas y San Telmo conforman el Distrito de las Artes.
Ayer si
bien no tenía ese nombre, el arte hacía historia, en esta pequeña aldea que fue
La Boca del Riachuelo.
Por
este motivo, para Conexión 2000, es relevante presentar a los precursores del
arte en la zona ribereña. Se trata de rescatar el amanecer de nuestra
identidad. Y de este modo, pensar en conjunto, que no habría lugar mejor en
esta ciudad, forjadora de verdaderos artistas, que estas barriadas sureñas,
para conformar el Distrito de las Artes.
AMÉRICO BONETTI
Escultor,
pertenece a la generación de iniciadores y elaboradores de las básicas
estructuras artísticas. Nace en La Boca, en el seno de una familia suiza, un 8 de junio de 1865.
Su casa
natal se levantaba en Australia 740. Su padre fue un hábil tallista y en su taller de ebanistería se forma como
tallador y escultor, al tiempo que recibe enseñanzas elementales del oficio en
el taller de Francisco Parodi.
Contemporáneo
de los escultores argentinos Lucio Correa Morales y Francisco Cafferata,
desarrolla su trabajo principalmente en el barrio de La Boca. Tenía un espíritu
curioso y andariego, que lo impulsaba a la aventura por eso se traslada hasta el norte del país, donde
realiza tallas de madera con motivos de animales autóctonos y personajes de la
zona.
Realizó un
largo viaje a Europa y regresó con mayor
experiencia sobre su arte que pulió su natural virtuosismo.
Fue profesor
del colegio Industrial de Buenos Aires y Secretario de la Escuela de Bellas
Artes de la capital. Perteneció al Ateneo de Buenos Aires y en 1908 se le
designó como miembro de la Junta organizadora del Congreso de Artes, Letras y
Ciencias Morales. Expuso en 1892 en Génova y en 1894 en Chicago.
En 1910,
obtuvo el primer premio con un conjunto escultórico de flores en la Exposición
Internacional de Arte del Centenario, de Buenos Aires.
A su regreso, realiza esculturas religiosas
entre las que se destacan las imágenes de Cristo y de San Juan destinadas
respectivamente, a las iglesias de San Pedro y San Juan Evangelista, ambas
ubicadas en el barrio de La Boca.
José León Pagano, crítico de arte, que a partir de
1905 comienza su labor en el diario “La
Nación” señala: “que al desaparecer Francisco Cafferata, en
1890, Bonetti queda “[…] relegado a la zona decorativa, un tanto vaga entonces
[…]” y que, en ese momento, toda la escultura nacional gira en torno a un solo
nombre, el de Correa Morales ya que “[…] no quedaba en el país otro argentino a
quien pudieran llegar los efluvios del criollismo [...]”.
MASCARONES DE PROA
Sin lugar a
dudas, las primeras expresiones artísticas del barrio fueron los mascarones de
proa que poblaron el Riachuelo.
El mascarón
de proa es una figura decorativa generalmente tallada en madera y ornamentada o
pintada que llevaban antiguamente los buques en la parte alta del tajamar,
según la jerarquía de la embarcación que engalanaba. Su uso fue muy
generalizado entre los siglos XVI al XIX en los galeones que surcaron los
mares.
COLECCIÓN DE MASCARONES DE PROA DE QUINQUELA.
IDENTIDAD DE LOS BARCOS
En la Sala
Américo Bonetti se exponen piezas que fueron utilizadas como diseños
escultóricos en las proas de las naves. Estos objetos con el tiempo devinieron
en obras de arte que fueron coleccionadas por Quinquela Martín y testimonian la
realidad del Barrio de La Boca de mediados y fines del siglo XIX. Si bien no se
puede precisar la fecha en la que comenzó a recolectarlos, al momento de
inaugurarse el Museo, ya tenía un número importante que fue acrecentándose con
posteriores donaciones.
La
producción de estos diseños pictóricos o escultóricos se remonta a una
tradición ancestral, prácticamente desde los inicios de la navegación. De
acuerdo con la época, fueron muchos los motivos que se utilizaron para ser
representados. Predominaban, entre otros, temas relacionados con seres
mitológicos, imágenes canónicas, figuras exóticas, retratos de gobernantes o
escudos y emblemas.
En el caso
de las piezas que se conservan en el Museo, las obras testimonian la realidad
del Barrio de La Boca en los tiempos en que éste funcionaba como puerto natural
de la Ciudad hasta principios de Siglo XX, para convertirse luego, en el
principal centro de construcción naval del país y puerto mercante de Buenos
Aires.
Otras obras
que pertenecen a la colección, incluyen en el tradicional repertorio temático
los retratos de familiares o del mismo dueño del barco, ya que las tallas que
se exhiben corresponden en su mayoría a naves comerciales del S. XIX.
LOS MASCARONES DE PROA
DE AMÉRICO BONETTI
Actualmente,
en la sala que lleva su nombre en el Museo de Bellas Artes de La Boca, se
exhiben la colección de mascarones de proa rescatados por Quinquela de los
antiguos desarmaderos de barcos. Dos de ellos son de Bonetti y han sido restaurados. Se trata de El ángel
de la trompeta (1889) y Pailebot Greca Latina (1887).
Américo
Bonetti fallece tempranamente, en
Quilmes, provincia de Buenos Aires el 6 de octubre de 1931.
Antonio
Bucich, el gran historiador de La Boca señala sobre el artista: “Américo
Bonetti es uno de los precursores del arte de los boquenses. Porque algo
singular se produce en este casi imperceptible punto de la geografía litoral
metropolitana, en los aledaños de la ciudad de Buenos Aires, como lo fue el territorio boquense. No había mucha población
en ella por ese entonces. Más si puede decirse que tenía una población
homogénea, de solidarios sufrimientos y solidarios empeños. Unida en la lucha
contra los elementos adversos de la naturaleza se estaba levantando
definitivamente, para siempre.
Era el tesón de sus
habitantes, inmigrantes en su mayoría, el rasgo fundamental de esta sociedad de
recién venidos. Ese tesón nunca faltó. Y los Bonetti, fueron eso tesoneros”.
EL ARTE QUE TRAJO EL RÍO*
Según señala
Víctor Fernández,
Director del Museo de Bellas Artes y Artistas Argentinos Benito Quinquela
Martín: “Todos nuestros abordajes
acerca del arte en La Boca han tomado como punto de partida los
particularísimos rasgos de una comunidad que nació y se expandió acuñada por el
vaivén de las aguas del Riachuelo, una suerte de caprichoso Dios, tan capaz de
alumbrar sueños de progreso como de desatar tragedias.
Con toda
probabilidad, las primeras expresiones artísticas del barrio fueron los
mascarones de proa que poblaron el Riachuelo. Más tarde el vibrante paisaje
portuario iba a ser tema de inspiración de artistas visuales, literatos y
músicos.
El río trajo al
arte. Luego el arte nos devolvería “otro” río”.
ANÓNIMO: El águila madera policromada.100 x 120 x 30 cms. Mediados
de siglo XIX
HIJOS DEL TORMENTO
Américo
Bonetti, permaneció quince años en el norte, recorriendo las Selvas de Chaco y
Misiones.
Mucha de su
obra fue destruida por él mismo antes de quitarse la vida. Falleció en Bernal
un 6 de Octubre de 1931.
En tanto que
Francisco Cafferata, primer artista
nativo de La Boca y realizador del primer monumento público hecho por un
argentino, una escultura del almirante
Guillermo Brown. Dueño de obras de un virtuosismo poco frecuente, fue como
Bonetti un apasionado. Dueño de una
personalidad misteriosa, tuvo el mismo
final que su colega Bonetti, un 28 de noviembre de 1890 se quita la vida en una
casa de Adrogué, su única obra inacabada fue su vida. Alguna
frustración, decepción, alguna situación que denotó una depresión profunda, ambos no habrán podido soportar, viendo la
niebla, y la oscuridad como única salida
al tormento que los agobiaba, desaparecer de este plano existencial.
Decisiones extremas, estrictamente personales, que no está en el afán de esta
nota juzgar.
*Directora
Periódico Conexión 2000- Conductora FM 90.7 Flores- Miembro adherente de la
Junta Auténtica de Historia y Cultura de La Boca del Riachuelo