Para algunos
historiadores, habría sido en las tierras que hoy ocupa el Parque Lezama,
el lugar donde Don Pedro de Mendoza fundara en 1536 la primera Ciudad
de Buenos Aires, fortificación que no duraría mucho tiempo debido al
asedio de los indios que habitaban la zona.
En 1580, al llevarse a cabo la segunda
fundación de la Ciudad de Buenos Aires, Don Juan de Garay otorgó las
tierras donde hoy se encuentra el Parque al Capitán Alonso de Vera. Con
el transcurso de los años, la propiedad fue pasando a manos de sus herederos
hasta que en 1792 el Capitán Álvaro de Vera las vendió a Doña María
Bazurco.
Para el final
del siglo XVIII, la Real Compañía de las Filipinas que se dedicaba a la
venta de esclavos había instalado la base de sus operaciones en una barraca
situada en una parte del actual predio del Parque. En el año 1802 el lugar
sería vendido al Sr. Manuel Gallego y Valcárcel, quien fuera el
secretario del Virrey Don Pedro de Portugal y Villena
En 1806, durante
la Primera Invasión Inglesa, el General Beresford entró por la
entonces calle San Martín (actualmente Defensa), y avanzó hasta la Barranca
de Marcó (hoy Parque Lezama) derrotando allí a las últimas fuerzas locales
en oponer resistencia.
En 1808 Manuel
Gallego y Valcárcel falleció y las tierras fueron adquiridas por el
comerciante inglés Daniel Mackinlay en un remate público. Fue éste quien
comenzó a plantar árboles frutales y construyó una casona de descanso sobre la Barranca
de Marco con vista al Río de la Plata donde flameaba la bandera
inglesa. Este hecho hizo que se conociera como “Quinta de los Ingleses”
por muchos años.
Tras la muerte
de Mackinlay, la propiedad fue comprada en 1846
por el norteamericano Charles Ridgley Horne, cuñado del General
Lavalle. Fue éste quien construyó la señorial residencia sobre la calle
Defensa y anexó al predio algunos lotes linderos, que se distinguieron por sus
jardines repletos de rosales, camelias y árboles exóticos. El cultivo de estas
flores hizo que Horne mantuviera una estrecha amistad con el dictador Juan
Manuel de Rosas. A la caía de éste, Horne
debió exiliarse en Montevideo.
En 1857, el
acaudalado terrateniente salteño José Gregorio Lezama compró la
propiedad y amplió su parque hasta llegar a la calle Brasil. Lezama
llevó a cabo grandes remodelaciones en la casona y transformó las tierras
lindantes en un gran parque privado diseñado por el paisajista belga Charles
Vereecke.
Durante la
epidemia de cólera que azotó a la Ciudad de Buenos Aires en 1858, se instaló un
hospital provisorio para aislar a los enfermos, hecho que se repetiría en 1871
con la fiebre amarilla. En 1889 José Gregorio Lezama fallece y su viuda Ángela
de Álzaga cedió la propiedad por un valor simbólico ($ 1.500.000 de la
época) a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires con la condición
que fuera convertido en un parque público que llevase el nombre de su marido. Así,
en 1894 nació el Parque Lezama.
Su diseño actual
fue realizado en 1896 por el paisajista francés Carlos Thays, quien
proyectó caminos, un rosedal y la forestación con distintas especies arbóreas.
En 1897, en la
importante mansión de la calle Defensa fue instalado el Museo Histórico
Nacional donde se alojan más de 50.000 objetos de la historia Argentina.
Para aquella época, el Parque Lezama
contaba con un lago artificial densamente forestado sobre el lado de la calle
Brasil, que fue rellenado y reemplazado por un anfiteatro con gradas de madera
en 1914 y más tarde por grandes escalinatas de cemento.
En 1931, la reja que
rodeaba al Parque Lezama fue desmantelada, quedando el parque abierto de
forma permanente a la comunidad.