El 16 de octubre se cumplen 110 años desde que el gremio de calafates hiciera
resonar una campana de bronce para imponer la jornada de trabajo diario de 8
horas en un astillero en las márgenes del Riachuelo. Una conquista histórica y
única en toda Sudamérica que marcó las luchas por los derechos de los
trabajadores en la
Argentina.
(Nota Periódico Conexión 2000 Edición Octubre 2011)
La Sociedad de Resistencia Calafates Unidos, que tiempo después se integraría a la Federación de Obreros en Constructores Navales, era
una organización sindical muy combativa y de acción directa, compuesta
mayormente por anarquistas y socialistas.
Foto: Orlando Torrado, Osvaldo Damonte, Rosita
Filiberto, Gladis De Granara Insua, Jose Domingo Trama, y Oscar Trama. 1 de
mayo de 1996 - Museo Histórico de La Boca. (Arch. FMHLB)
El final del Siglo XIX encontró a la Argentina
con miles de inmigrantes europeos que llegaban en busca de nuevos horizontes y
mejores condiciones de vida.
El puerto de La Boca
sobre el Riachuelo recibió a muchos
de ellos en sus astilleros, que se habían extendido también a la otra orilla
conocida como la “Isla Maciel”. Los
nuevos trabajadores inmigrantes, junto a sus anhelos de progreso, traían también
sus idearios marcados por las luchas de anarquistas y socialistas en el viejo
continente.
Fue así como en octubre del año 1901, la Sociedad de Resistencia Calafates Unidos, sindicato
que agrupaba a los calafateadores, e inspirados en las luchas internacionales por
los derechos de los trabajadores, anuncia unilateralmente que empezarían a
trabajar solo ocho horas diarias, toda una medida revolucionaria para aquellos
días.
Los calafates, un oficio ya desaparecido
en la segunda mitad del Siglo XX, eran los encargados de cerrar las juntas de
las maderas de las embarcaciones que se construían en los astilleros,
utilizando estopa y brea.
Si bien hay versiones encontradas ya que no
se cuenta con archivos que documenten la crónica de los sucesos, para algunos
la medida habría sido comunicada a los “patrones” del Astillero Grondona, ubicado en la entrada del Arroyo Maciel y el Riachuelo
sobre las márgenes del Partido de Avellaneda en la Provincia de Buenos
Aires; en tanto que para otros, se trataría de un astillero situado en las
cercanías de la Vuelta de Rocha en La Boca.
Para hacer efectiva las ocho horas de trabajo
diario, habían fundido una campana de bronce que marcaría con su sonido, el
inicio y finalización de los turnos de la jornada laboral del astillero y el
receso del almuerzo, según los relatos que han hecho perdurar en el tiempo este
epopéyico suceso.
La campana habría sonado por primera vez la
mañana del 16 de octubre de 1901 de la mano de Antonio Ciarlo, marcando un histórico suceso en toda Sudamérica en
la limitación de la jornada laboral a ocho horas.
Enterados de esta medida, la Prefectura intentaría infructuosamente
ubicar y secuestrar la campana para poner fin a la medida. Los calafateadores,
no dispuestos a que el símbolo de su lucha cayera en manos de las fuerzas de seguridad,
deciden tirarla al Riachuelo para preservarla de la persecución desatada.
Pronto, otros gremios que nucleaban a obreros
de astilleros y portuarios prestarían su apoyo a la medida como los carpinteros,
pintores y calderos e iniciarían acciones en idéntico sentido.
Tiempo después, algunas versiones indican el
año 1902, las autoridades de los astilleros reconocen la jornada laboral de las
ocho horas, y los trabajadores calafates rescatan la simbólica campana hundida
en las aguas del Riachuelo para exhibirla en su Sindicato.
En 1949, la
Federación de Obreros en Constructores Navales
decidió depositar la campana para su exhibición en el Museo Quinquela Martín y a mediados de la década de los noventa, la
misma fue trasladada a pedido de la entidad gremial a la Fundación Museo Histórico de La Boca.
Exactamente el 1 de mayo de 1996, el viejo
luchador y líder de la Federación
de Obreros en Constructores Navales, Don
Domingo Trama, en el acto de entrega de la campana a la Fundación Museo Histórico de La Boca señaló que “Mientras
vivió nuestro amigo el gran artista Quinquela Martín, la campana de las 8 horas
estuvo segura, luego de su muerte todo su patrimonio, sus donaciones, las
controla el Estado, y como el Estado no nos merece ninguna confianza la
retiramos, para depositarla en el Museo Histórico de La Boca afín con nuestros
pensamientos de libertad y fraternidad”.
El 1 de mayo de 2008 y en un acto público, la Federación de Obreros en Constructores Navales,
resolvió donarla al citado Museo bajo la
condición que sea exhibida en ese sitio sin ser sacada del lugar.
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